viernes, 21 de junio de 2013

"Su trama se aplaudirá y estudiará en los talleres de escritura"

El libro de la semana: Enrique de Hériz aclara qué es y qué no 'La verdad sobre el caso Harry Quebert, un 'thriller' modélico convertido en fenómeno editorial

Hay libros que llegan a las librerías con carrerilla previa o, en casos como el que nos ocupa, ya en pleno salto a la cumbre. No sin ciertos méritos, digamos eso de entrada. Y se benefician de las posibilidades de mercadotecnia que eso genera. Nada que objetar. Al contrario: es fantástico, cuando no hay trampa, que un libro venga empujado por esa especie de imperativo, esa vox pópuli que nos ordena comprarlo, devorarlo y aconsejarlo; una especie de 'pásalo' libresco, casi un ritual social.
zoomEl escritor suizo Joël Dicker.
El escritor suizo Joël Dicker. EFE
Es muy posible que eso vaya a ocurrir, que esté ocurriendo ya, con Joël Dicker. Bien. Quizá el lector que tenga una mínima cultura literaria se ofenda al leer las comparaciones previas con Nabokov y conPhilip Roth. Son injustas, sí, pero no con Nabokov y Roth, intocables ya, sino con Dicker. La presencia de una Lolita, aquí llamada Nola, y las decenas de guiños a 'La mancha humana', justifican la mención referencial, pero en ningún caso la comparación.
Hablemos, entonces, de lo que el libro sí es: Marcus Goldman, joven escritor en plena crisis creativa después de un éxito tremendo, decide visitar a su viejo maestro y mentor, Harry Quebert autor a su vez de una celebérrima novela en el pequeño pueblo de Aurora, New Hampshire, con la esperanza de superar allí el terror a la página en blanco. De manera casual, Goldman descubre que Quebert tuvo en el pasado una relación con una menor, Nola, cuyo cadáver aparecerá, en las páginas siguientes, enterrado en el jardín del maestro. (No te inquietes, lector, esto no es un 'spoiler'; hasta en la solapa se cuenta así.)

CON LA SOLVENCIA DE LARSSON

El argumento puede sonar previsible, pero su desarrollo en la obra no lo es. La trama de esta novela se aplaudirá y estudiará en los talleres de escritura. No es solo un buen 'thriller' más, es modélico. Tiene todos los puntos de giro en su sitio, las sorpresas se suceden como debe ser; la historia no solo avanza a muy buen ritmo, sino que crece a medida que avanza, se va volviendo más compleja, se va, por así decirlo, desafiando a sí misma. Grandes aplausos, sin el menor cinismo: sostener el interés del lector y acelerar su pulso durante más de 600 páginas no es mérito escaso. Dicker lo consigue con la solvencia de Larsson, o de los mejores libros de Marc Levy. Como ellos, paga el precio correspondiente: una inevitable sensación de artificio sólido, pero artificio al fin. Y un uso tal vez demasiado instrumental de los personajes.
Tampoco es desdeñable la ambición del autor, que vendría a ser su segunda gran virtud. 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' se construye con una muy atrevida y bien resuelta acumulación de géneros: novela policial, historia de aprendizaje, historia de un libro dentro de un libro, novela sobre el arte de escribir novelas, historia de manipulaciones e influencias, novela sobre el deseo y el miedo¿ Cada una de ellas, bien resuelta y encajada con mimo en el conjunto. Al lector que busque el disfrute legítimo de esas virtudes hay que decirle que lea este libro. Y que lo haga pronto, antes de que el ruido, la magnitud del fenómeno le impida elaborar un juicio propio. Al que busque un uso artísticamente revolucionario del lenguaje, o una mirada única al alma de los hombres, siempre le quedarán, respectivamente, Nabokov o Philip Roth.

miércoles, 19 de junio de 2013

Fernando García de Cortázar ganó ayer el Premio Alfonso X el Sabio de novela histórica por «Tu rostro con la marea»

El historiador Fernando García de Cortázar, con más de medio centenar de libros dedicados a glosar la Historia desde muy distintas perspectivas, no ha podido entrar con mejor pie en el género de la ficción. Su primer alumbramiento, «Tu rostro con la marea», fue galardonado ayer con el XII premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio.
El jurado, presidido por Soledad Puértolas, definió «Tu rostro con la marea» como «una novela ambiciosa y cargada de detalles, con unos personajes fascinantes que ofrecen una nueva perspectiva de la intrahistoria de la Primera Guerra Mundial». Convocado por Ediciones Martínez Roca y dotado con 50.000 euros, la obra ganadora saldrá a la venta el próximo 3 de septiembre.
«Me temblaban las piernas antes de escribir esta novela»
-Lo suyo ha sido llegar y besar el santo...
-Sí, estoy muy contento (se ríe). Es una vocación ya desplegada en buena parte de mi obra, en cuanto al cuidado literario, a la vocación de estilo y realmente estoy muy agradecido al jurado que ha premiado una novela que me impulsa a seguir en esta línea.
Para mí ha sido muy importante probar este género porque veo además las posibilidades que tiene la ficción para seguir transmitiendo el mensaje del tiempo, y el mensaje de la Historia. El poder contar la Historia con ficción, pero siempre sobre la base del rigor histórico, ha sido muy importante.
-¿Se ha permitido muchas licencias?
-Me he permitido muchas en lo que se refiere a la ambientación de las ciudades, de los personajes, del estudio de la psicología y de la época. Mi novela, que transcurre en el periodo de entreguerras, arranca en la I Guerra Mundial. Con ella, en buena medida, conmemoro su primer centenario.
-Su fecunda bibliografía se centra principalmente en España. Ahora, sin embargo, se adentra en la Roma fascista de Mussolini y en la San Petersburgo de los últimos zares...
-Creo que es una época sumamente importante de lucha de ideologías, para el mundo y para España. Salgo de ella con un personaje que es un diplomático con vocación de escritor, lo que me permite entrar en contacto con las grandes corrientes literarias de la época y la ideología enfrentada de entonces. También me ha servido para recorrer distintos escenarios europeos y americanos.
-¿Por qué ha tardado tanto en escribir su primera novela?
-Porque me temblaban un poco las piernas (bromea). Tenía un cierto miedo, aunque la gente me animaba al ver mi manera de escribir. Luego me lancé porque me fue bien con la «Pequeña historia del mundo», aunque seguía escribiendo ensayos porque pensé que había mucho camino que recorrer.
En este momento veo que la literatura me sirve para reforzar el mensaje de la Historia. En este libro, uno de los personajes principales es el tiempo. Los años inexorables que van deshaciéndolo todo, que acaban con la inocencia, la pervierten, matan el idealismo. Algo a lo que no hubiera podido llegar con el puro dato histórico. Este me ha servido como base para adentrarme en el interior de los personajes.
-¿Es un lector habitual de novela histórica?
-He leído pocas. Soy lector de novela en general, por eso insisto en su carácter, porque en España se ha cultivado más un género de novela del arcano, del misterio... Yo aquí me he metido en un periodo que conozco: la Historia del siglo XIX y del XX. He leído grandes novelas, como las de Galdós o Umberto Eco. He leído mucha novela histórica centroeuropea, que fue la que me ha impulsado un poco a escribir la mía.
-¿Este género le permite llegar más fácilmente a los lectores?
-Yo creo que sí. Además, entiendo que mi novela está tan trabajada desde el punto de vista de la historia, de la ambientación, de la lucha de las ideologías... que no creo que defraude a los historiadores. Creo que tiene todos los ingredientes para los que aman la literatura y la novela: amor, guerra, espionaje, traiciones, intrigas políticas...
http://www.abc.es

lunes, 17 de junio de 2013

Scarlett Johansson demanda a un escritor

Scarlett Johansson demanda a Grégoire Delacourt por La première
La actriz Scarlett Johansson ha demandado al escritor francés Grégoire Delacourt por inspirarse en ella para crear a Jeanine Foucaprez, uno de los personajes de su novela La première chose qu’on regarde (algo así como “Lo primero que miramos”). Tan absurdo como suena.
La première chose qu’on regardeAl parecer, la tal Jeanine Foucaprez es una réplica exacta de Scarlett Johansson, hasta el punto de que algunos de los otros personajes de la novela están convencidos de que es ella. Pero no lo es. Y estamos hablando de una ficción. Mrs. Johansson, no de un reportaje en una revista de prensa rosa ni de la publicación de unas fotos robadas de su iPhone.
Scarlett Johansson se ha propuesto paralizar todas las traducciones y adaptaciones al cine de La première chose qu'on regarde, acusando aGrégoire Delacourt (autor también deLa lista de mis deseos, editado en España por Maeva) de “uso ilícito y fraudulento de sus derechos personales”. Hasta ahora, lo único que ha conseguido es darle una gran publicidad al libro, claro: La première chose qu’on regarde salió a la venta hace dos meses y medio en Francia y ya se ha situado entre los libros más vendidos.
El autor del libro asegura haberse quedado a cuadros: “Me he quedado estupefacto y estoy muy triste. Yo esperaba que me mandara un ramo de flores o algo así porque este libro es, en cierto modo, una declaración de amor”. Más allá de la sinceridad u oportunismo de Delacourt, que no juzgaremos, por desconocimiento, defendemos el derecho del autor a utilizar la imagen de la actriz como recurso. “Estos famosos conviven con nosotros todo el tiempo. El culto a la celebridad ha sido impuesto por los medios de comunicación, la prensa e Internet. Mi intención era en parte hacer una sátira de este mundo en el que todo se vive a través del prisma de los famosos”, ha declarado.
Si Scarlett Johansson no quería formar parte del imaginario colectivo, más le hubiera valido no dedicarse al cine ni a todo el material publicitario con el que alimenta los deseos más íntimos del personal. ¿Puede un escritor jugar con ello? Sí. Esperemos que la justicia francesa opine lo mismo.

miércoles, 12 de junio de 2013

DEL RETIRO AL PARQUE DEL OESTE

«Django desencadenado» (2012), dirigida por Tarantino, es una de las películas que más han ayudado a revitalizar el género, según las editoriales
«Django desencadenado» (2012), dirigida por Tarantino, es una de las películas que más han ayudado a revitalizar el género, según las editoriales
La novela del Oeste nació en la frontera norteamericana, campó por varios continentes y ha tenido tantos detractores como defensores. Algunos han sido los Shakespeare del género –debido al abordaje de sus arquetipos– y otros, sus peores enemigos... Todo depende del aliento del escritor y el perjuicio del lector. Ahora, varios sellos editoriales, cosncientes de la enorme cantidad de seguidores que tiene, reeditan sus títulos más emblemáticos. Desde Owen Wister a Cormac McCarthy, mucha letra se ha impreso con esa temática, como la de Oakley Hall, que le sacudió al «western» sus complejos cuando en 1958 escribió «Warlock» (publicado por Galaxia Gutenberg, que acaba de editar «Bad Lands») y serviría de fundamento para la película «El hombre de las pistolas de oro» y estuvo a un paso de ganar el premio Pulitzer. Thomas Pynchon la celebró como «una de nuestras mejores novelas americanas».
Hall vistió la novela de tiros largos a diferencia de otras de la antigua usanza. Diez años más tarde, Charles Portis, uno de los reporteros del «Herald Tribune», dejó su corresponsalía londinense y se retiró a Arkansas para escribir «Valor de ley» (publicada en Bruguera y reeditada ahora en Debolsillo al rebufo de la película de los hermanos Coen), que mereció encendidos halagos de Tom Wolfe. Y el Pulitzer que acarició Hall se lo llevó en 1985 Larry McMurtry con «Paloma solitaria», que es la crónica de la conducción de un rebaño desde la frontera de Texas hasta los pastos de Montana. En ella se basó McMurtry para abordar el guión de la película «Brokeback Mountain». Anagrama acaba de publicar «Los hermanos Sisters», de Patrick Witt en la que se subvierte el género en emocionante, divertido y conmovedor, sin obviar los arquetipos vagabundos, los locos o los burdeles. De igual modo, la editorial Valdemar recupera el género con su colección «Frontera», y va por su segundo título: «El trampero» de Vardis Fisher. Además, Almuzara reedita los mejores títulos de Marcial Lafuente Estefanía, que llegó a firmar 3.000 novelas. Para no pocos expertos, entre la conquista del Lejano Oeste pura y dura, su emigración a Europa –con la consiguiente escala en nuestro país– y la actual literatura de frontera, hay una transición que pasa por «On the road» de Kerouac y las numerosas «road movies» que tanta carne fresca han dado al séptimo arte.

Público fiel

El director de comunicación de Almuzara, José María Arévalo, asegura que «nunca han dejado de gustar las novelas del Oeste... Lo que han dejado es de reeditarse. Son géneros –como el negro o el romántico– que tienen públicos fieles. Desde mi editorial, como sucede con otras, lo que intentamos es que salgan del circuito de segunda mano y vuelvan a considerarse novedades en las editoriales. El cine de Tarantino, con ''Django desencadenado'', o el de Clint Eastwood nos han ayudado, claro. Pero no depende de la demanda del lector, sino de la oferta del editor. El lector siempre quiere devorar tinta cargada de arquetipos –el bueno, el malo, el sheriff, el caballo flaco, el forajido... Solamente tienes que dárselo, como acabamos de hacer, amén de con las reediciones de Marcial Lafuente Estefanía, que siempre son un éxito, con ''El vaquero indomable'', de Edward Abby, el de ''La banda de la tenaza'', que Kirk Douglas protagonizó en la gran pantalla. Es un género eterno», asegura. Jorge Herralde explica el porqué de la edición, como novedad de «Los hermanos Sisters»: «Aparte de las cartas de Calamity Jane, la famosa pareja del pistolero Wild Bill Hickok, no hemos publicado literatura del Oeste hasta ahora; sin embargo, es un género que puede ser un perfecto envase para novelas que lo revisiten con dosis de humor como ha hecho Patric deWitt con ''Los hermanos Sisters'' que parecen primos de los Coen"», asegura.
Desde Galaxia Gutenberg, que ha editado «Bad Lands», comentan que «el género sigue vigente porque permite enfrentar a los personajes a situaciones extremas, en los márgenes de la civilización, cuando el individuo está solo y nada le sirve de apoyo, ni la ley ni la autoridad. En las novelas del Oeste no hay medias tintas, un espacio de tierra es el universo entero y por él se mata o se muere. Lo mismo ocurre con un caballo, un rebaño de reses, una mujer o un hombre. Y Oakley Hall utiliza magistralmente el género para descifrar en lo más hondo la especie humana». En cuanto a las ventas (el resto de sellos aún no tiene resultados), afirman que «nos han sorprendido en positivo. Creo que su público es muy amplio, no existe el lector sólo de ''westerns', como sí puede pasar con la ciencia ficción o la fantasía. Un ''western'' lo lee cualquiera. Por eso el año próximo publicaremos una tercera novela de Oakley Hall, cuyo título no deja lugar a dudas: ''Apaches''».
El primero en retratar el Oeste, como paisaje mítico y fronterizo, con climas extremos, largas distancias, muchas balas y conductas legendarias fue Owen Wister, con «El virginiano», que alcanzaría fama en el cine y con la que comienza a gozar de difusión a principios del XX. En su estela llegarían Stewart Edward White –el mejor para no pocos aficionados– y el mítico Zane Grey, ex jugador de béisbol que se enamoró de la frontera durante una expedición para cazar pumas y al que se debe la gran popularidad y de este género, en buena medida gracias a las adaptaciones cinematográficas. Entre 1920 y 1945, se publicaron 162 cabeceras distintas y sólo en 1940 se ofrecían en los quioscos 36 diferentes «pulp magazines».
Ángeles López .

lunes, 10 de junio de 2013

Cada cual y lo extraño, de Benítez Reyes

Un cuento por mes en el nuevo libro del autor gaditano.


Felipe Benítez Reyes estructura en doce su nuevo libro de relatos, Cada cual y lo extraño, uno por cada mes del año. Algo así como un “almanaque de historias”.
El año de Felipe Benítez Reyes se recorre así:
Cada cual y lo extrañoEnero y los falsos magos de Oriente.
Febrero y las segundas rebajas (comerciales y sentimentales) en una infancia remota.
Marzo y unos carnavales tardíos.
Abril y el rumbo imprevisible de las fortunas.
Mayo y el frustrado examen de química de un lector de tebeos de superhéroes.
Junio y una noche simbólica de San Juan.
Julio y un crucero de deriva complicada por el Báltico.
Agosto y el amor adolescente en los cines.
Septiembre y una experiencia militar camuflada de experiencia intelectual.
Octubre con malos presagios.
Noviembre y una función geriátrica del Tenorio.
diciembre, una inoportuna cena de empresa.

Cada cual y lo extraño son historias que desplazan su eje al ámbito de la extrañeza intrínseca de la vida, a su lado cómico y sobrecogedor, con su cuota de ridiculez y de prodigio. Un libro que une su profunda humanidad a un estilo brillante y perspicaz, de bellísimos hallazgos, característico de Felipe Benítez Reyes.
Felipe Benítez Reyes nació en Rota (Cádiz) en 1960. Autor de una obra literaria que abarca casi todos los géneros, ha obtenido distinciones tan prestigiosas como el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Literatura. Entre sus novelas cabe destacar Humo (Premio Ateneo de Sevilla en 1995), La propiedad del paraíso, El novio del mundo y El pensamiento de los monstruos. Su obra poética está reunida en un volumen titulado Trama de niebla. Es articulista del semanario Dominical. Sus libros han sido traducidos y publicados en Francia, Italia, Rusia y Estados Unidos. Con Mercado de espejismos recibió el Premio Nadal 2007.

viernes, 7 de junio de 2013

Tom Sharpe, escritor de risa... en serio

Tom Sharpe era así: a pesar de su padre, pastor de la iglesia anglicana, de ideas filonazis y trato muy duro con él; de la enfermedad de su madre y de que le enseñaron a ser un niño solitario al que enviaban solo de vacaciones —“era un hombre torturado por sus complicados orígenes”, resume Gloria Gutiérrez, su agente literaria española—, se convirtió en uno de los grandes de la narrativa humorística británica, marcado por la creación del personaje vagamente autobiográfico de Wilt. Una particular personalidad que explica que se afincara hace 18 años en Llafranc, en la Costa Brava catalana, en cuyo domicilio falleció este jueves a los 85 años tras una complicación hija de una diabetes.
“Los primeros documentales que Sharpe ve sobre la actuación de los nazis y los campos de concentración le hacen alejarse de su padre y su estancia en la universidad de Cambridge, donde estudió Historia, tampoco fue placentera: era un pobre entre los adinerados”, puntualiza el periodista Llàtzer Moix, autor de la biografía Wilt soy yo. Conversaciones con Tom Sharpe (2002). Tampoco ayudó el alistamiento de Sharpe en la Royal Navy.
El cóctel dio como resultado un joven, nacido en 1928 en Londres, incómodo con la sociedad inglesa. “No hay nada peor que el gentlemaninglés, deploro esa cultura tan británica del dinero y las apariencias”, manifestó en más de una ocasión. En lo literario, ese pensamiento se tradujo en un autor crítico que revistió sus ataques con un humor franco, directo y a menudo corrosivo.
La inevitable huida le llevó en 1951 de nuevo a Suráfrica, donde ya había vivido de pequeño, hasta los seis años, en Johannesburgo. Ejerció de trabajador social, dio clases en un colegio privado para blancos y luego montó un estudio fotográfico. Fue peor: el racismo le enervó tanto que lo denunció en diversas obras de teatro, por una de las cuales, Natal, en 1961, fue encarcelado en Pietermaritzburg acusado de comunista. Luego fue deportado por actividades antigubernamentales.
En 1963 su vida daría un vuelco. Ejercería hasta 1972 de profesor de Historia en Cambridge. De esa experiencia saldría la inspiración, en forma de crítica al sistema educativo, para crear en 1976 la figura de Wilt, que consolidaría a un escritor tardío que había debutado en 1971 con Reunión tumultuosa.
La fórmula de los libros humorísticos parecía funcionar (“Con los serios no se gana un penique”): Las tribulaciones de Wilt (1979); ¡Ánimo Wilt!(1984) y, entre medio, El bastardo recalcitrante (1978) y Vicios ancestrales (1980), donde carga contra el esnobismo inglés, como enLa gran pesquisa (1977) arremetió contra el engolado mundillo literario. Está en su mejor momento: en inglés vende casi cinco millones de ejemplares. Pero la máquina se bloqueó. “Tiraba mucho, era muy autoexigente; tenía que divertirse leyéndose, y no siempre le ocurría”, recuerda Gutiérrez. Sharpe buscaba un lugar tranquilo para escribir y, por el editor de Sharpe en catalán, Miquel Alzueta, Gutiérrez inspeccionó el hotel Llevant, en la tranquila villa marinera de Llafranc. Lo que desde 1989 empezaron a ser estancias de unos meses acabaron convirtiéndose en residencia permanente cuando se compró una casa, allí donde ayer se planteaban dedicarle una calle y donde el domingo será incinerado tras una ceremonia anglicana. Sus restos serán esparcidos entre Llafranc, Cambridge y Sunderland, de donde era su familia.
Las vistas al mar de Llafranc le ayudaron y el loco profesor reapareció con Wilt no se aclara (2004). Hace tres años cerró la serie con La herencia de Wilt. Desde 2010 estaba con unas memorias.
Sin hablar nunca en catalán o castellano, pasaba el día escribiendo muchas cartas, viendo bastante la televisión inglesa y con su pipa o sus cigarros y su inevitable güisqui, como evoca Gutiérrez. Bebida y tabaco que no dejó a pesar de su delicada salud y un ataque de peritonitis en 2006, intervención que le permitió reforzar su elogios hacia la sanidad española. La dedicatoria de su novela Los Grope en 2009 fue para los médicos que le operaron. Con la crisis, de aquí a un tiempo algún lector quizá pueda considerar que fue una instantánea más de su sardónica mirada.

lunes, 3 de junio de 2013

Tolkien se sienta en la Mesa Redonda

El 9 de diciembre de 1934, R. W. Chambers, un profesor de inglés del University College de Londres, escribió una carta a su amigo J.R.R. Tolkien elogiando un extenso poema inédito del entonces desconocido autor de «El hobbit» y «El señor de los anillos». Chambers recordaba que había recitado los versos en un viaje en tren a Cambridge –«aproveché un compartimento vacío para declamarlo como merece»– añadiendo que «es en verdad sensacional (...) realmente heroico, aparte de su valor como muestra palpable del modo en que el metro de Beowulf se puede emplear en el inglés moderno». El viejo camarada concluía su nota con un ruego a propósito del poema: «En verdad debes terminarlo». Se trata de «La caída de Arturo», un texto hasta ahora inédito de Tolkien que la próxima semana llega a las librerías editado por Minotauro bajo el cuidado de Christopher Tolkien.

Recrear el mito

Tolkien no hizo caso a los ruegos de Chambers, aunque se sabe que en 1955 aún consideraba que podría intentar concluir aquel trabajo: «Me encanta escribir en verso aliterado, aunque he publicado poco más allá de los fragmentos que aparecen en "El señor de los anillos", salvo "The Homecoming of Beorthnoth'' (...). Tengo esperanzas todavía de terminar un largo poema sobre "La caída de Arturo" en el mismo metro». En él, el escritor se inspiraba por primera vez en uno de los grandes mitos de la literatura anglosajona de todos los tiempos, el rey Arturo, aunque situándose en la última etapa de la leyenda del popular monarca. A Tolkien le sedujo la posibilidad de convertir en versos episodios como el de la expedición del rey a las lejanas tierras paganas, la huida de la reina Ginebra de Camelot o la espectacular batalla naval de Arturo a su regreso a Bretaña, sin olvidar el fin trágico de los amores de Lancelot y Ginebra. Eso se tradujo en una serie de manuscritos que han sido conservados por los herederos del creador de la Tierra Media, borradores, textos acabados, retocados y puestos en limpio, pero todos ellos redactados empleando el metro aliterado en inglés antiguo. No era tarea sencilla recopilar todo este material y en la edición que ve la luz se queda reflejada la labor detectivesca y filológica emprendida por Christopher Tolkien. A ello hay que sumar la excelente traducción que firman Eduardo Segura y Rafael Pascual de este libro.
El libro aterriza en las librerías cuando el mito de Tolkien está en lo más alto. Su hijo reconocía en 2002, en una entrevista con «Le Monde», que «Tolkien se ha convertido en un monstruo devorado por su propia popularidad. El abismo entre la belleza y la seriedad del trabajo, y lo que se ha hecho, me ha abrumado». «La caída de Arturo» era una pieza más del potente corpus literario inédito dejado por el autor a su muerte, hace ahora 40 años, un legado formado por siete decenas de cajas repletas de manuscritos, dibujos y mapas.

«Un fraude exitoso»

Parece que Tolkien se inspiró en el célebre libro medieval «Historia Regum Britanniae», de Geoffrey de Montmouth, donde se sietan las bases de la leyenda artúrica, aunque historiadores posteriores, como R. S. Loomis, lo han calificado como «uno de los fraudes más descarados y exitosos del mundo». Desde luego, el escritor conocía ese libro y su sombra planea en los versos de «La caída de Arturo». El extenso poema, formado por cinco cantos acabados, se inicia con la marcha de Arturo y su sobrino sir Gawain, uno de los caballeros de la mesa redonda, a la guerra: «Arturo hacia el Este armado pretendía / hacer su guerra en las fronteras agrestes, / el mar surcando hasta tierras sajonas, / a defender de la ruina el reino romano». Sin embargo, no parece que fuera éste el inicio imaginado por Tolkien en un primer momento para su ambicioso proyecto, ya que los diversos manuscritos conservados dan a entender que se trata de un añadido posterior del autor. Eso es lo que también demuestran algunas de las sinopsis redactadas por el escritor para esta epopeya en verso. En un primer momento, el poema se iniciaba con el hijo incestuoso de Arturo, Mordred, reuniendo a sus tropas y marchando hacia Camelot en busca de la reina Ginebra: «Un viento oscuro llegó sobre aguas profundas viajando, / que desde el sur empujaba el oleaje contra las playas, / un mar rugiente que hacía rodar inmensas / colinas gigantes de cresta gris».
la pregunta que nos hacemos es ¿por qué dejó inconclusa una obra de la que se sentía orgulloso y que había recibido el aplauso de aquellos que habían podido disfrutar con al lectura de algunos fragmentos? El hijo del escritor especula que sus exigencias académicas como profesor en la Universidad de Oxford, además de las preocupaciones lógicas por su familia, le obligaran a desestimar el proyecto artúrico. Existe otra posibilidad que resulta igualmente interesante: mientras escribía las sinopsis y los versos de «La caída de Arturo» probablemente empezaron a dibujarse en su mente algunos de los temas de su ciclo novelístico alrededor de la Comunidad del Anillo. Optó por un impulso narrativo diferente para su carrera literaria, aunque no parece que olvidara que una vez quiso ser cantor del último y trágico tramo de la leyenda del rey Arturo. Era finales del 1934 cuando el poema quedaba sin concluir, sin redactar los versos sobre el final de Lancelot y la bella Ginebra, un ciclo que se había iniciado algún tiempo atrás, en 1911, cuando un joven Tolkien, de apenas19 años, veía cómo le publicaban por primera vez un poema, «La batalla del Campo del Este».
«Enemigos ante ellos, llamas detrás...»
Enemigos ante ellos, llamas detrás,
siempre al Este y adelante, ávidos cabalgaban
y de ellos las gentes huían como del rostro de Dios,
hasta que la tierra estuvo vacía, y ya no los veían ojos,
ni oídos los oían en las interminables colinas,
salvo las aves y bestias que rondan perniciosas
las tierras solitarias. Y así al fin llegaron
a las márgenes del Bosque Negro bajo las sombras de las montañas:
desolación tras ellos, taludes delante;
en las solitarias colinas; siempre ascendente,
amplio e indómito, yacía el bosque velado.
Oscuros y lóbregos eran los valles profundos,
donde ramas gigantes de árboles amenazadores
a lo largo de pasadizos sin fin, sobre ríos se encorvaban
que distantes fluían desde montañas de hielo.
Entre rocas en ruinas respondían graznando
los cuervos a las águilas girando en el aire;
los lobos aullaban en las márgenes del bosque.
Frío soplaba el viento, helado e invernal,
en ira creciente desde el bosque agitado
por entre hojas rugientes. La lluvia llegó oscura,
y por una tempestad súbita el sol se tragó.
El interminable Este airado despertó,
y un trueno negro, nacido en mazmorras
bajo montañas amenazadoras sobre ellos se agitó.
Deteniéndose inseguros allá en lo alto vieron
lánguidos y fieros jinetes entre nubes veloces,
grises y monstruosos, cabalgando torvos a la guerra
bajo yelmos sombríos, figuras catastróficas.
Feroz se volvió el ventarrón. Sus hermosas banderas
de sus astas arrancó. El acero ya no más
(ni oro ni plata, ni escudo brillante),
en la oscuridad perdido, la luz reflejaba,
mientras enemigos fantasmales con voces malignas
en la penumbra se congregaban. (...)
Versos 61-95 del «Canto I»